viernes, 10 de abril de 2015

Aprovechar las oportunidades

Me considero una persona extremadamente bocazas. No es que no pueda guardar un secreto, eso no es problema, pero mientras que delante de desconocidos tiendo a ser callado y reservado, cuando cojo confianza con alguien no puedo evitar irme de la lengua. Y cojo confianza con la gente MUY rápido. Esto no sería un problema, si no fuera porque la mayoría de la gente no espera de un casi desconocido que sea tan abierto. Como en todo, hay gente que se lo toma mejor y gente que se lo toma peor, pero no suelo dejar a nadie indiferente en este sentido.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es que, cuando no llego a coger confianza con alguien, ya sea porque es alguien con quien paso poco tiempo o porque es alguien que me intimida de alguna manera, tiendo a callarme lo que pienso. Y esto, cuando realmente hay algo que decir, es un autentico problema para mí. No puedo ni contar las veces que me he quedado con las ganas de decirle a alguien algo importante, algo que podría, tal vez, haber influido positivamente sobre la otra persona, o simplemente algo a lo que luego no dejo de darle vueltas, y de arrepentirme de no haber dicho.

Esto es solo un ejemplo,probablemente el mas relevante para mi, de lo que representan las oportunidades perdidas. En mi experiencia, las oportunidades sólo se presentan una vez, y cualquier esperanza de repetición de una oportunidad perdida es una quimera, o en el caso de llegar realmente a producirse, un autentico milagro. Desde el momento en el que me di cuenta de lo importante que resulta aprovechar las oportunidades, he hecho lo posible por no perder ni una. Esto, en ocasiones, me lleva al escenario que relataba antes, en el cual aparezco como alguien extravagante, o socialmente raro. Sin embargo, la mayoría de las veces con lo que me encuentro es con una situación favorable a mi, o con una persona agradecida por haberle dicho sin tapujos lo que pienso.


Aunque en esta entrada me he centrado en la importancia de decir lo que se piensa, es indudable que en mi vida he pasado por montones de oportunidades para hacer o decir cosas que no he aprovechado. A veces no me doy cuenta, pero las veces que si lo hago no puedo evitar pensar más tarde en lo que podría haber pasado si hubiera aprovechado esa oportunidad, ya que, salvo contadas excepciones, tengo claro que la inmensa mayoría de oportunidades me brindan una posibilidad de ser feliz, o incluso de hacer feliz a otra persona.


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