martes, 25 de noviembre de 2014

Cantar

Todos lo hemos hecho alguna vez. Ya sea cuando estamos solos, mientras nos duchamos, en un karaoke o cuando nos emocionamos demasiado tarareando, en algún momento todos hemos roto a cantar en voz alta. Y es glorioso.

Los entendidos dicen que la voz humana es uno de los instrumentos musicales más complejos que existen, y no lo dicen por decir: es increíble lo que una persona bien dotada, ya sea por años de práctica o gracias a un talento natural, puede llegar a hacer con su voz. Si nos ponemos a recordar, todos tenemos alguna canción o pieza musical cuyo cantante nos ha hecho emocionarnos únicamente con el sonido de su voz. Puede ser un tema de una película, una canción que escuchamos de pequeños, un aria de una ópera, o un amigo o amiga que nos ha regalado los oídos en un momento especial; puede que fuera en español, en inglés o en japonés, y puede que ni siquiera entendamos la letra; puede que sea una canción casi desconocida o un tema archiconocido pero que a nadie le afecta o entusiasma tanto como a ti.


Es difícil describir el por qué cantar nos hace sentir tan bien. Probablemente sea incluso un motivo distinto para cada persona: puede que nos haga sentirnos liberados, o que nos recuerde momentos mejores, o que nos haga vivir una aventura que no tendríamos de otra manera, como si de un libro se tratase. Para mí es una mezcla de todo esto, y aún más cosas. Hay canciones que he cantado en momentos de gran abatimiento o desesperación, y que me han levantado el ánimo, ya sea porque me hablaban de situaciones más alegres o porque describían perfectamente la situación por la que estaba pasando y me hacían no sentirme solo. Otras veces me he encontrado con canciones que me entusiasman porque describen una realidad que no es la mía y de la que me gustaría participar. Y otras veces simplemente deseo proyectar todo lo que tengo y todo lo que soy en una dirección, y una canción en particular se presenta como el medio perfecto para transmitirlo.


Hace mucho que me apasionan lo que yo llamo "cantantes reales", aquellos que sin necesidad de efectos especiales, ni una grandiosa puesta en escena, ni a veces emplear mi mismo idioma, son capaces de emocionar con el mero sonido de su voz. Y hace poco que he redescubierto el placer de escuchar a estas personas, muy pocos en comparación con el gran plantel de "cantantes de televisión", que basan su trabajo y su vida en el delicioso y espectacular sonido de su voz. Muchos de los grandes, desgraciadamente, ya han pasado a la historia, pero sus voces perdurarán para siempre.


Yo mismo he decidido hace poco practicar de una forma algo más seria el arte del canto. Las veces que me he probado a mí mismo ante un micrófono no han sido del todo decepcionantes, y en algunos casos incluso ha habido otras personas que han compartido mi opinión. ¿Quién sabe? Puede que en el futuro haya algún momento en el que un grupo de personas deséen escucharme cantar. Y, aunque no sea así, os aseguro que, mientras mi voz me lo permita, pienso seguir emulando a mis cantantes favoritos en sus momentos de mayor emotividad, aunque símplemente sea porque cantar me hace sentirme bien.